Publicado en El Espectador el 31 de marzo de 2023 por Carolina Botero Cabrera
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En julio pasado el análisis que hizo el profesor Wasserman a un documento filtrado que discutía algunas bases para la política de ciencia del nuevo gobierno generó un importante revuelo en la comunidad científica. El debate obligó a hablar de otras formas de conocimiento, despertó una discusión erudita donde el racismo y el clasismo de nuestra sociedad se evidenció, pero más allá del chisme puso sobre el tapete el alcance de la política de ciencia abierta nacional, abrió la esperanza de que este nuevo gobierno planteara algo más allá del acceso abierto y la apropiación social del conocimiento. Sin embargo, el Plan Nacional de Desarrollo (PND) de Petro no dio la pelea, mantiene la apuesta de Duque en materia de ciencia abierta (carita muy triste).
Aunque no hay una definición unificada de ciencia abierta, cualquiera que usted lea dirá que es más que esos dos elementos. Hablará de la apertura de la comunicación de los conocimientos científicos pero también de la apertura en la creación y la evaluación -se trata de abrir todo el ciclo de la ciencia-, además se referirá a que suceda para toda la sociedad no sólo para la comunidad científica tradicional. Cuando hablamos de ciencia abierta en Karisma, donde trabajo, siempre nos referimos a la búsqueda de la apertura del espectro de posibilidades para hacer ciencia por medio de la combinación de prácticas, el aumento de colaboraciones y el intercambio constante de información que contribuya a la evolución de la ciencia y que tenga un alto impacto en beneficio del interés público.
En cambio, los dos elementos más comunes tienen un alcance más limitado. Por “acceso abierto” entendemos la disponibilidad gratuita en Internet público de la literatura científica para que cualquiera pueda leer, descargar, copiar, distribuir, imprimir, buscar o usarla con cualquier propósito legal, sin ninguna barrera financiera, legal o técnica. El acceso abierto es especialmente importante, más cuando se trata de resultados científicos producidos con financiación pública. Por su parte el Ministerio de Ciencias en Colombia ve a la apropiación social del conocimiento como un proceso intencionado de comprensión e intervención de las relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad, construido a partir de la participación activa de los diversos grupos sociales que generan conocimiento. En ambos casos el foco está en la comunicación de la ciencia y en donde hay importantes elementos de participación, pero ninguno es sinónimo de ciencia abierta, solo elementos de la misma.
No solo el documento filtrado en julio anticipaba el interés por una mirada más amplia de la ciencia en este gobierno, el propio programa político que presentó Petro en la campaña incluía un guiño a la ciencia abierta en su sentido más amplio. Indicaba que de llegar al gobierno se fortalecería “la investigación en ciencias ambientales, promoviendo el trabajo creativo y colaborativo entre las comunidades, las Instituciones de Educación Superior, los Institutos de Investigación, el reconocimiento intercultural de los saberes tradicionales y ancestrales para conducir al país hacia una nueva relación entre la sociedad y la naturaleza de cara a la crisis ambiental global”.
Fue en ese contexto que un grupo de entidades y activistas nos animamos a proponer que el PND no solo hablara de la ciencia abierta en su sentido más amplio, queríamos que la hiciera realidad. Presentamos una propuesta de articulado para el PND que permitiera la creación de un “fondo de experimentación para la ciencia ciudadana y participativa que considere las particularidades de sus actores, prácticas y alcance”, queríamos ir más allá de la apuesta tradicional, queríamos garantizar que esos otros elementos sucedieran y por eso se trataba de financiar experimentalmente otros aspectos de la ciencia abierta para ir ampliando y profundizando en su implementación.
Pero, mientras avanzaba el trámite del PND, no solo el Fondo no era posible porque no hay presupuesto –nos dijeron en el Congreso–, sino que al momento de traducir la propuesta programática a las bases del PND la mirada amplia de ciencia abierta en el papel se empezó a diluir y así siguió hasta el texto final del PND.
Las bases del PND hablan de ciencia abierta, pero ya es evidente que el acento es la apuesta tradicional colombiana: apropiación social del conocimiento y acceso abierto. El texto dice que se impulsará “la ciencia abierta, la participación de la ciudadanía en los procesos de construcción de conocimiento y de acceso a resultados, sobre todo cuando la investigación ha sido financiada con recursos públicos” y promete mejorar “la comunicación pública, divulgación e impacto de la ciencia, tecnología e innovación, impulsando modelos abiertos y participativos”.
Toca decir además que es decepcionante que la mirada de la ciencia que se presenta se haga desde la propiedad intelectual y la explotación económica. El gobierno perdió la oportunidad de mencionar también como la ciencia debería responder a los problemas de la sociedad, contribuir a su desarrollo y beneficio. Pero bueno, eso es otro tema.
Siguiendo con la forma como evolucionó el abordaje de la ciencia abierta llegamos al texto del PND que se discute en el Congreso mientras usted lee. En ese texto sin adornos el artículo 137 habla de ciencia abierta como si fuera solo acceso abierto: “ARTÍCULO 137. Democratización de la ciencia a través del acceso a resultados derivados de investigación financiada con recursos públicos. Con el propósito de fomentar la Ciencia Abierta en Colombia, quien con recursos públicos adelante o ejecute proyectos de investigación y desarrollo de ciencia, tecnología e innovación, se obliga a poner a disposición de la ciudadanía los resultados, productos, publicaciones y datos derivados de la investigación a través de infraestructuras y sistemas de información científicos estandarizados e interoperables que garanticen el acceso a los resultados científicos, tecnológicos e innovación del país…” (lo que sigue es la excepción que permite no acogerse al acceso abierto, pero deberán explicar por qué).
Eso sí, acá el acceso abierto es más decidido que lo que venía del PND de Duque, el acceso abierto será la regla para los resultados siempre que sean financiados con recursos públicos. Entonces, no me malinterpreten, me alegra que este artículo esté en el PND, pero esperaba más. La línea de ciencia abierta del PND de Petro es la que marcó Duque unas semanas antes de dejar el Palacio de Nariño en su política de ciencia abierta. Es una decepción porque un gobierno que se atrevió a plantear la discusión por los saberes ancestrales tendría que haber tenido la capacidad para proponer una apuesta más grande, Atención, algo dice en el artículo 181 que tiene que ver con políticas de investigación e innovación, pero se concentra en la metodología. Al final lo más arriesgado es que podremos cobrar algo desde la interpretación de las bases del PND.
¿Pudo ser diferente? Sí, claro. Como mínimo Petro podría haber concretado su política en el estándar de ciencia abierta que propuso la Unesco a través de sus recomendaciones de ciencia abierta. En este organismo internacional se logró un consenso de recomendaciones tienen la ventaja de plantear una propuesta para hacedores de políticas públicas que pueda impulsarse en un mundo en el que hablar de apertura de ciencia para todas las personas sigue generando urticaria. Aunque el documento de Unesco también tiene una apuesta clara por el acceso abierto, va más allá de la apropiación social del conocimiento y logra hablar de impulsar otras ciencias y otros actores.
Señores y señoras congresistas, todavía están a tiempo de ampliar el alcance del PND y hacer ajustes, ojalá lo hagan.