Suspendido de empleo y sueldo por 13 años uno de los científicos más citados del mundo, el español Rafael Luque

Publicado en el diario El País el 31 de marzo de 2023 por Manuel Andede

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Uno de los científicos más citados del mundo, el químico español Rafael Luque, ha sido suspendido de empleo y sueldo para los próximos 13 años, según han confirmado a EL PAÍS el propio afectado y su institución, la Universidad de Córdoba. El organismo ha sancionado a Luque por firmar sus estudios como investigador de otros centros exóticos, como la Universidad Rey Saúd, en Riad (Arabia Saudí), y la Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos, en Moscú, pese a tener un contrato de funcionario a tiempo completo con la institución española.

Luque, nacido en Córdoba hace 44 años, es uno de los científicos más productivos de España. Ha publicado unos 700 estudios, sobre todo en el campo de la llamada química verde, que intenta sintetizar productos, como fármacos y combustibles, generando menos residuos. En los tres meses de 2023, Luque ya ha firmado 58 estudios, uno cada 37 horas. El químico lleva cinco años en la lista de investigadores más citados del mundo, elaborada por la empresa especializada Clarivate. Las instituciones de todo el planeta se pelean por fichar a estos científicos, ya que uno por sí solo puede conseguir que un centro ascienda centenares de puestos en las clasificaciones académicas internacionales, como el influyente ranking de Shanghái, atrayendo a más alumnos y más dinero de las matrículas. “Sin mí la Universidad de Córdoba va a bajar 300 puestos. Se han pegado un tiro en el pie”, afirma Luque, que atribuye la sanción a la “pura envidia”.

Las principales universidades saudíes iniciaron hace más de una década agresivos programas para captar a los científicos más citados del mundo. La Universidad Rey Abdulaziz, por ejemplo, empezó a ofrecerles unos 70.000 euros anuales, con la condición de pasar apenas una semana al año en su campus y, por supuesto, añadir el nombre de la institución saudí a la firma de los estudios, según reveló en su momento la revista Science. Luque comenzó en 2019 a firmar como investigador de la Rey Saúd, además de como profesor de la Universidad de Córdoba. El químico español asegura que nunca recibió dinero “directamente” ni de los saudíes ni de los rusos, más allá de financiación para sus análisis, viajes en clase preferente y hoteles lujosos. “En mi cuenta no habrían encontrado ni un céntimo de Rusia ni de Arabia Saudí ni de ningún otro sitio”, proclama.

El actual sistema científico se rige por el imperativo “publica o muere”. Los investigadores son evaluados por la cantidad de estudios que publican en revistas especializadas y por el número de veces que estos trabajos son citados por otros colegas. El mecanismo, bienintencionado, ha tenido efectos perversos, como explica el ingeniero británico Nick Wise, un investigador de la Universidad de Cambridge que, en sus ratos libres, se dedica a buscar fraudes en la ciencia. Wise ha destapado turbias “fábricas de estudios científicos”, elaborados con cortapegas y generadores automáticos de texto, y cuya autoría se vende en secreto por cientos o miles de euros, para inflar los currículos. “He encontrado un estudio de Rafael Luque cuya autoría se había ofrecido previamente en un grupo de [la plataforma de mensajería] Telegram”, sostiene Wise.

Sin mí la Universidad de Córdoba va a bajar 300 puestos en el ‘ranking’ de Shanghái, se han pegado un tiro en el pie

El investigador español publicó hace cinco meses ese artículo bajo sospecha, sobre la degradación del ibuprofeno en aguas residuales, con seis coautores de la Universidad de Bushehr y otro más de la Universidad de Tabriz, ambas en Irán. Luque asegura que jamás ha pagado para firmar en un estudio ajeno, pero añade que no conoce a todos los coautores iraníes y no descarta que alguno de ellos sí pagase para figurar. “Yo eso obviamente no lo sé, pero alucino con este tema. ¿Quién paga para publicar un estudio? Alguien al que le haga falta, quizá, no lo sé”, afirma por videoconferencia desde Dhahran, el corazón de la industria petrolera saudí, en cuya universidad podría iniciar una nueva colaboración.

Luque no para de publicar estudios, cada vez más rápido. El año pasado firmó unos 110. En el primer trimestre de 2023, ya lleva 58. El químico reconoce que desde diciembre utiliza el programa de inteligencia artificial ChatGPT para “pulir” sus textos. “Estos meses han sido bastante productivos, porque hay artículos para los que antes necesitaba dos o tres días y ahora los hago en un día”, señala. ChatGPT, lanzado en diciembre, es capaz de generar textos profundos en respuesta a preguntas complejas. Luque sostiene que básicamente lo utiliza para mejorar la expresión escrita en inglés y niega rotundamente tener relación con ninguna fábrica de estudios al por mayor.

He encontrado un estudio de Rafael Luque cuya autoría se había ofrecido previamente en un grupo de Telegram”

El matemático ruso Alexander Magazinov, como Nick Wise, también dedica su tiempo libre a buscar en la literatura científica “frases torturadas”: expresiones inusuales que son añadidas a textos plagiados, para evitar precisamente los programas informáticos que detectan plagios. Un ejemplo es sustituir la habitual “inteligencia artificial” por “conciencia falsificada”. Magazinov menciona que un inexistente “microscopio electrónico vegetativo” aparece en dos estudios de Luque con colegas iraníes.

Los científicos de todo el mundo utilizan una web estadounidense llamada PubPeer para comentar artículos de otros colegas de manera anónima y despiadada, no siempre con la razón de su lado. En esa web hay críticas a unos 90 estudios de Luque, muchas de ellas del propio Magazinov. Un reproche habitual es que en los trabajos del químico español se incluyen decenas de citas innecesarias a otros artículos para hinchar artificialmente el número de citas de otros colegas. En 2018, la Universidad de Córdoba sacó pecho de que 84 de cada 100 estudios de Luque eran citados por otros científicos.

El investigador cordobés acumula premios, como un galardón de la Real Sociedad de Química del Reino Unido en 2013 y una mención como Talento Verde en 2011 por parte del Ministerio de Investigación alemán. Sin embargo, no es la primera vez que aparece envuelto en un escándalo. Dos profesores de la Universidad de La Laguna, José Juan Marrero y David Díaz, denunciaron en 2011 que uno de sus estudiantes se había apropiado de datos de su laboratorio y los había publicado por su cuenta, con Rafael Luque como único coautor. Un juzgado de Santa Cruz de Tenerife condenó el año pasado a Luque y al antiguo estudiante por cometer un delito contra la propiedad intelectual, según reconoce el químico cordobés: “Yo le ayudé a revisar el artículo, a ponerlo en un buen inglés y a publicarlo, sí. He recurrido la sentencia”.

Me tienen manía porque soy un científico muy prolífico y me adora muchísima gente

Luque dejó de trabajar en la Universidad de Córdoba el 1 de diciembre de 2022, tras 15 años allí. Hasta entonces mencionaba en sus firmas la institución española, a menudo acompañada por la rusa o la saudí, pero también por la Universidad Jiao Tong de Xi’an (China) desde 2019 o la Universidad de Suecia Central desde finales de 2021. En los últimos meses, ha añadido la Universidad ECOTEC, en Samborondón (Ecuador), y la Universidad Mediterránea de Regio de Calabria (Italia).

El químico español defiende que sus problemas en Córdoba empezaron cuando comenzó a colaborar con la Universidad Rey Saúd en 2019, y tras firmar un estudio “por error de un estudiante” como si solo fuera profesor de la universidad rusa. El equipo del anterior rector, José Carlos Gómez Villamandos, abrió una investigación que acabó con la suspensión de empleo y sueldo por 13 años, una sanción ratificada en otoño de 2022 por el gabinete del nuevo rector, Manuel Torralbo. EL PAÍS ha preguntado por el caso a Gómez Villamandos, actual consejero de Universidad de la Junta de Andalucía, sin recibir respuesta. Una portavoz de la Universidad de Córdoba subraya que la sanción a Luque es por “vulnerar aspectos de incompatibilidad según la normativa de personal público” y que la institución no ha recibido ninguna queja por la calidad de sus estudios.

Luque reconoce que se saltó los procedimientos establecidos para colaborar con otras instituciones, pero insiste en atribuir la sanción a las envidias y a una falta de entendimiento con el equipo del anterior rector. “Me tienen manía porque soy un científico muy prolífico y me adora muchísima gente, porque saben de mi valía. Son cuatro envidiosos y mediocres”, zanja. “Nunca me he sentido apoyado por la Universidad de Córdoba, pese a que yo la puse en el ranking de Shanghái. Estar en el ranking me lo deben por completo a mí”.

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